El pasado 15 de diciembre,
la agencia Sinc se hacía eco de una noticia referente a los primeros homínidos
europeos y su relación con el fuego. A través del análisis de la placa dental
de la mandíbula de Homo sp.
encontrada en el yacimiento de Sima del Elefante (Trinchera del Ferrocarril,
Sierra de Atapuerca), se determinó que los alimentos que se consumían en la
Sierra de Atapuerca hace 1,2 millones de años no se sometían al fuego.
Otra muestra de la falta de
dominio del fuego para esos primeros homínidos europeos viene de la mano
también de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Pese a su enorme potencia
estratigráfica, su elevado número de restos arqueológicos y la buena
conservación con la que estos se encuentran, no hay en ellos evidencia, para
todo el Pleistoceno, del uso del fuego.
Parece que las primeras
evidencias de uso regular del fuego se retrotraen en África a los 1,6 millones
de años, aproximadamente. En la lógica de los investigadores cabía pensar que
la colonización de nuevos territorios fuera de ese continente, especialmente hacia
zonas de Europa donde las temperaturas serían mucho más bajas que las
africanas, se vería acompañada del uso intensivo del fuego. Las razones no
serían sólo alimenticias, ya que muchos nutrientes son mejor asimilados por el
cuerpo humano cuando provienen de alimentos cocinados; sino también de
protección, el fuego proporciona calor ante las bajas temperaturas y nos
defiende de posibles depredadores; es un símbolo de sociabilización, alrededor
de una hoguera se forjan los lazos sociales tan necesarios para la cooperación
y la supervivencia y, por último, nos proporciona iluminación, muy útil para la
exploración de nuevas áreas cuando no disponemos de luz diurna o para la
incursión en cavidades, cuyas bocas eran
uno de los hábitats preferidos por los primeros europeos.
Revisando las evidencias
arqueológicas parece que los primeros homínidos llegaron a las latitudes más
elevadas de Europa sin el uso habitual del fuego. La primera prueba inequívoca
del dominio de esta habilidad en nuestro continente se encuentra en Qesem Cave,
en Israel, datada en 300-400 mil años aproximadamente. Son en este caso los
Neandertales los que nos dejan amplias demostraciones del su control en esta
técnica. No se descarta, sin embargo, que con anterioridad los homínidos se
ayudasen del uso oportunista del fuego, es decir, del aprovechamiento del mismo
cuando se produce de manera natural, pero las evidencias de dicha práctica son
muy difíciles de identificar en el registro arqueológico.
Además de los beneficios que el
nuevo conocimiento desarrollado les ofrecía a los Neandertales, como ya hemos
comentado, estos aprendieron también a manipular ciertos materiales ayudándose
del fuego, lo cual les permitió trabajar nuevas materias primas o hacerlas más
resistentes.
Con todo ello, pese a que hoy
entendemos el descubrimiento del fuego como una de las primeras revoluciones
tecnológicas que nos ayudaron a desarrollarnos como especie, en Europa
aprendimos a sobrevivir mucho antes que a controlar las llamas.
Fuentes consultadas:
Hardy, K., Radini, A., Buckley, S., Blasco, R., Copeland, L.,
Burjachs, F., Girbal, J., Yll, R., Carbonell, E., Bermúdez de Castro, J. M.
2017. Diet and environment 1.2 million years ago revealed through analysis of
dental calculus from Europe’s oldest hominin at Sima del Elefante, Spain. The Science of Nature, 104 (2).
Roebroeks, W. & Villa, P. 2011. On the
earliest evidence for habitual use of fire in Europe. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of
America, 108 (13), 5209-5214.
Stahlschmidt, M.C.,
Miller, C.E., Ligouis, B., Hambach, U., Goldberg, P., Berna, F., Richter, D.,
Urban, B., Serangeli, J., Conard, N. J. 2015. On the evidence for human use and
control of fire at Schöningen. Journal of Human Evolution, 89, 181-201.
Imagen extraída de la película “En busca del
fuego”, Jean-Jacques Annaud, 1981.